Son
las 6, no puedo esperar a que suene el reloj. Me levanto, último los
preparativos, todo está donde tiene que estar, mochila, herramienta, presión
ruedas, gafas, mascarilla, ¿dinero? Sí,
sí. ¡Agua! Que no falte, listo. He quedado a las 8 con Emilio. Desayuno, no
tengo mucha hambre, hay que comer, la ruta
de hoy me va pedir "gasolina extra de 98", todo comido, ahora
a esperar a la hora pactada. Ocho menos cuarto, me voy al encuentro con Emilio,
ya está esperando, montamos mi bici en
el coche y partimos. Algo más de media hora y llegamos. Sella, bonita
población, el aparcamiento en la entrada
del pueblo, nuestro primer destino y punto de reunión con el resto de “almorzadores”. Somos los primeros, al poco llegan Chema y Carles,
falta Carlitos, ya llega. Ya estamos todos.
Emprendemos
la ruta.
Hasta
el Pas del Comptador, nos quedan unos 30 km de los cuales, unos 22 km más o
menos son de subida y de estos, gran parte de ellos técnicos, muy exigentes, de
un desgaste extremo. En principio no hay dolor ni cansancio, subimos, subimos y seguimos subiendo,
embriagados por el entorno, así los km se suceden uno tras otro. El paisaje, impresionante,
gran parte del camino, transcurre los 900 y los 1.000 mts, Aitana, Puig
Campana, Guadalest, el penón de Ifach, irán apareciendo como miniaturas ante nuestros ojos. Tras alguna
parada para poder disfrutar de este espectáculo, el Port de la Tagarina con sus
1.255 mts de altitud, es el punto más alto de nuestra ruta, un mirador del que divisamos
Guadalest y su comarca, “fotacas” para el recuerdo, “euforia” que, a más de uno
nos obliga a dar un grito de, no sé, ¿de excitación? Muchas son las emociones
que esta ruta nos hace sentir. Parajes idílicos como la Font de Partagat. Runares,
como lenguas que descienden de los más altos peñascos. Neveros. Lugares de peregrinación,
donde el recuerdo de algún caído en el camino, hacen congratularse tanto a
caminantes como ciclistas que por estos lares circulamos, obligándonos a parar
y reflexionar de lo efímera que es la vida.
En
este punto todavía nos falta lo peor, la subida al Pas de Comptador. Una
subida, a estas alturas, “infinita” para unos sesentones en bicicletas
mecánicas, mezcla de tierra y cemento, y pendiente imposible, agónicas pedaladas nos
llevan al final de la misma y al paso; desde aquí todo son alegrías hasta
Sella, todo es descenso.
Ya
en Sella, hambre y sed, casi las dos de la tarde, a “María” hemos de ir y así
lo hicimos. Como recompensa unas muy buenas tapas, regadas con cerveza “para
una boda” y como colofón a un día “10” una paella de lujo.
Un
paraíso que hoy, comenzamos a descubrir y
a pesar del desgaste físico, naturalmente asumido, nos prometemos
volver.
La
Marina Baixa, Aitana, no te escondas, porque te encontraremos.
Poco puedo decir de estas "fotacas" ellas hablan por si
solas
Besitos y abracitos para todos/as.