¡Frio!, esta sería la palabra que
podría definir la ruta de hoy.
Carles y un servidor, disfrazados
de cebollas, (por lo de las capas, cinco en concreto) nos disponíamos a ir a
Torremanzanas, pero dadas las circunstancias, (frio y aire) decidimos, sobre la
marcha, como casi siempre, cambiar la dirección y coger el desvió que nos
llevaría a recorrer la Sierra de la Grana.
Bueno, ¿Qué hacía menos frío?
Pues no, pero por lo menos, de vez en cuando, esos rayos de sol, se agradecían.
Felices y contentos, nos dirigíamos hacia nuestra nueva meta, el Museo del
Turrón, sin caer en la cuenta de que tras el tobogán de cemento que nos lleva a
Jijona, nos esperaba una sorpresa; tenemos que vadear un riachuelo, que en esta
estación, viene muy, pero que muy crecido. Ni cortos, ni perezosos, nos
lanzamos a cruzarlo, el agua montaba por encima de la parte central de nuestras
monturas, con lo que, motores y, claro está, nuestros pies se sumergieron en el
agua “fresquita”. Menos mal que los motores de nuestras e-bike, no se vieron
afectados. Resignación, había que pasar y pasamos, ahora a correr hasta el Salt
de Jijona, parada para escurrir calcetines y continuar hasta el
avituallamiento.
Una vez alcanzado el objetivo,
unas bolsas de plástico, solventaron los problemas de humedad en las
extremidades de Carles. ¡Bien!
Ahora no quedaba más que bajar
hasta casa y así lo hicimos. ¡A saco! Como es costumbre en los regresos.
Buena ruta y, como os decía al
principio, ¡Frio de cojones!
Jijona a la vista
tras el paso por el torrente
El humor nos acompaña
Triste almuerzo para uno que no tiene con que masticar
(Por ahora)