Esta archiconocida ruta, de la
cual no quiero o mejor dicho, no puedo porque no tengo nada más que comentar,
ha servido como terapia, un instrumento de alivio, de relax, aunque no de cura,
para un estado de estrés máximo.
La rueda de la vida, cuando somos
niños, no somos conscientes de lo rápido que pasa la vida; nuestros padres, nos
atienden sin escatimar celo ni cuidados; cuando nos queremos dar cuenta, nos
creemos autosuficientes y marchamos, ¡la rueda!, nos hacemos padres y ocupamos
el lugar que, hace tan solo un suspiro, ocupaban ellos.
La rueda sigue su curso y sin
darnos cuenta, nuestros hijos se hacen autosuficientes, en ese momento, nos
damos cuenta que nuestros padres, que tanto nos dieron, nos necesitan y a
partir de aquí comienza otra nueva etapa. Etapa que siendo tan parecida a la
que acabamos de dejar, el fin, y he aquí la diferencia, es tan diferente.
Bueno, una vez soltado el veneno
que me corroe, la bajada, bien, tenemos ganas y en un plis-plas, no metemos en
el Escorpión, hoy toca un almuerzo de “PEIX”, chipirones, calamares, ensalada
de capellanes y como no, unos carajillos de bandera. Pocos sitios nos los hacen
tan bien.
Un éxito de ruta “anti-estrés”.
El próximo sábado intentaremos
que sea mejor.
"La paraeta en el pino"
Hacia falta
Ya en el Escorpión, ¡A comer!
Para una buena foto, hacen falta dos cosas:
Claro esta, el fotógrafo y ...
¡Mira el pajarito!
Casi lo vemos, pues el pajarito se escapo.
Besitos y abracitos a todos/as.
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