Estamos en Semana Santa, mañana Pascua de Resurrección y hoy, con escasa participación, salimos con la intención de subir a las cuevas de Canelobre. Hacía algún tiempo que no visitábamos este enclave de nuestra geografía. Día espléndido de primavera, que nos hizo desprendernos de las chaquetas. Hoy me acompaña Maira, que ha estado un tiempo alejada de la bicicleta, ¡bien por ella!, Emilio, baja por unos días, ¡cuida esa muñeca compañero! y el resto del grupo, bueno, disfrutando de esas rutas extremas que las “e-bikers” les permiten. Bravo compañeros, disfrutar.
La subida, y vuelvo al relato de
la ruta, tranquila, solo destacar la
gran cantidad de senderistas que
visitaban la zona. Coches, coches y más coches. ¡Madre mía! ¿No había
otro lugar en la comarca para visitar? Bueno, no es mala cosa que estos parajes
se visiten, siempre que haya un respeto por el entorno y quiero pensar que si
lo hay.
Una vez superada la ascensión y
tras hacernos la foto de rigor, llamamos a Emilio y Karmele, ¡almorzamos en el
Escorpión!, y Maira y un servidor, nos dejamos caer; la bajada hoy por tierra,
al igual que la subida.
Y al final llegamos al Escorpión,
en la terraza encontramos a Emilio, almuerzo de “reyes”, charla amigable y ¿un
poco de nostalgia? Los tiempos cambian y las preferencias también, “imagino”.
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