sábado, 9 de mayo de 2015

CASI UN BALCON DE ALICANTE

(Sobre Moscas Cojoneras y otros insectos)

Imaginaros, es verano, hace mogollón de calor, tienes el agua justa, las fuerzas justas, el sol te quema, a pesar de los kilos de protector solar que te has puesto, en este momento eres un gestor de primera, haciendo alarde de tus conocimientos  y kilómetros recorridos durante todo este tiempo que llevas dando pedales y poniendo en práctica lo aprendido,  bebes los justo, administras las fuerzas para que el final, que esperas terrible, no te sorprenda, la concentración en su máximo exponente. De repente un mosca, una “MOSCA COJONERA”, se te para en la cara, en la nariz, se te mete en la boca; le intentas apartar, no cede; le quieres dar un terrible manotazo, pero ni siquiera aciertas a asustarla; ella sigue y sigue; te hace perder la concentración, te hace malgastar el agua que, con tanto ahínco, conservaste, aceleras el ritmo, con el consiguiente gasto de energía que te guardabas para el final. “Maldita sea la MOSCA COJONERA”. No hay forma de quitársela de encima. Al final, batalla perdida, gana la mosca. Tu sin agua, sin fuerzas, desorientado, te encuentras en el final, ese terrible final para el que te creías preparado y la has cagado; la mosca desaparece y tú te quedas con un par de narices. A partir de aquí, te paras, te sientas bajo un árbol y te das cuenta que, a pesar de toda esa experiencia, kilómetros recorridos y bla, bla, bla; no tienes ni idea.
Bueno, pues toda esta exposición,  tal cual os la he contado, pero en vez de una mosca cojonera, ponéis un ciclista con una bici de cien euros, ataviado con unos vaqueros y un niqui de LACOSTE, zapatillas de paseo, un casco ridículo y unas alforjas más adecuadas para el camino se Santiago que para subir el Balcón de Alicante, nos alcanzó, nos volvió locos y luego de hacernos negros, nos dejó a mitad de la subida al Balcón de Alicante, argumentando que íbamos muy lentos,  desfondados y con el orgullo hecho carbonilla.
Conclusión, “NUNCA SE ACABA DE APRENDER”.
Menos mal que, después de un buen almuerzo, las cosas se ven de otra manera; casi como un chiste, que nos hizo reír a mandíbula abierta.

Como siempre que nuestra reportera falta, pardos en fotos somos.



La próxima semana más y esperamos, mejor.
Besos y abrazos para todos/as.

LA RUTA


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